domingo, 26 de septiembre de 2010

GUERRERO DE LA LUZ



El guerrero de la luz debe ser impecable, coherente y discreto, modesto y asertivo, eficiente y austero. En su austeridad encuentra la calma, en su humildad alcanza el objetivo. En la ausencia del ego encuentra la energía que necesita para mejorar en su camino hacia la luz. Deja fluir la energía sin retenerla, obra por amor, encontrando en la entrega el camino de la felicidad del otro. Es en ese camino donde alcanza la armonía, pues en la constancia, la renuncia al corto plazo y al ego, así como en la infinita paciencia, halla sus mejores aliados.


El guerrero de la luz siempre dará lo mejor de si mismo y al tiempo perfeccionará desde el impulso creador la esencia de sus creaciones optimizando la energía, sin retener para sí más que lo mínimo imprescindible para su misión constante. Al carecer de tentaciones materiales, aprende a nutrirse de su conexión con el universo, sin que ello le cause angustia sino calma y paz.


El guerrero de la luz permanece en alerta continua, sin que el acto de mantener la guardia implique ansiedad alguna, sino el dominio de las pasiones y la soberanía de sus silencios, pues éstos son valiosos.


En su aprendizaje continuo, no es más sabio cuanto menos yerra sino en cómo rectifica. No es un verdugo implacable sino un ser infinitamente misericorde. No puede odiar, pues ha aprehendido a fuego lento la técnica de transformar el dolor en amor, la ira en perdón y el orgullo en humildad. Ese es su poder, la alquimia de las emociones, la reconciliación con el universo y la capacidad de viajar en el tiempo para interactuar con el pasado y el futuro en el presente.


El guerrero de la luz, sabe escuchar y conoce las respuestas a las preguntas antes que estas se formulen, pero nunca utiliza su sabiduría en beneficio propio sino en actitud de servicio al otro. No impone su amor pues todo él es amor, fluye igual que el eter y carece de una imágen de si mismo, pues se confunde con la energía de la creación.


Ha entendido que el proceso de transcendencia es la envolvente de cada pequeño fractal de su cotidianidad, y así puede detener el tiempo en cada pensamiento, en cada mirada, en cada sonrisa…No guarda secretos inconfesables pues hace sencillo lo complejo y nada espera, pues disfruta cada instante como si fuera un Universo. En cada fractal, avanza y retrocede cambiando el poso de sus emociones y proyectando el holograma del plano más eficiente posible. Vive en coherencia y debe ser impecable en su camino hacia la luz.

Asume su imperfección y en esa alquimia purifica sus imágenes y jamás juzga, sino que crea y proyecta con la sabiduría de un anciano y la ingenuidad de un niño.


Finalmente el Guerrero de la luz, sabe que las almas y los corazones siempre vuelan al lugar donde tienen su Orión.


StarViewerTeam International 2010.

Fuente: http://starviewer.wordpress.com/2010/09/02/el-guerrero-de-la-luz-su-camino-hacia-la-impecabilidad-y-la-gestion-eficiente-de-la-energia/

DEL BHAGAVAD GITA


Cuando abandones los deseos que surgen en ti y aceptes las cosas tal como son, conocerás la experiencia de la paz interior. Cuando tu espíritu no sea perturbado por la desgracia, cuando no busques el placer, cuando tus emociones sean sosegadas, cuando estés libre del miedo y de la cólera, conocerás la experiencia de la paz interior. Cuando estés libre de todas las ataduras, cuando seas indiferente al éxito y al fracaso, conocerás la experiencia de la serenidad interior.

PRINCIPIO DE SINCRONICIDAD


El universo es más milagroso de lo que suponías. Todo está planeado tan exquisitamente que en cualquier momento dado todos recibimos de los demás actores de nuestra vida las enseñanzas que necesitamos. Los maestros espirituales enseñaban que todo es uno; que el progreso tuyo es el progreso mío, que tu aflicción es mi aflicción. También decían que todo estaba relacionado, a determinado nivel. El concepto no es fácil de entender, pero explica por qué, cuando nosotros cambiamos, todo cambia a nuestro alrededor.
El cambio mental consiste en pasar de ver un mundo hecho de cosas a ver un mundo de posibilidades, abierto y fundamentalmente hecho de relaciones. Cuando ocurre este cambio fundamental, nuestro sentido de la identidad también cambia y empezamos a aceptarnos mutuamente como seres humanos legítimos.
Después, cuando aceptamos este cambio fundamental, empezamos a vernos como parte del despliegue; también vemos que es prácticamente imposible que nuestras vidas carezcan de significado.
Operando en ese estado mental y de ser distintos, llegamos a una sensación muy diferente de lo que implica estar comprometido. Cuando empieza a operar este nuevo tipo de compromiso, hay un flujo a nuestro alrededor. Las cosas parecen ocurrir sin más. Cuando estamos en un estado de compromiso y rendición, empezamos a experimentar lo que a veces se ha dado en llamar «sincronicidad».
La sincronicidad es un principio de conexión no causal, una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que la posibilidad aleatoria. Es la ocurrencia simultánea de unos eventos que corresponden a un mismo sentido, sin que haya entre ellos relación de causa y efecto.
Los acontecimientos sincronizados son una señal de que nos hallamos recorriendo el sendero adecuado, y también nos dicen cuándo no es así; al nivel más profundo, nos demuestran que no somos meros observadores, sino participantes de una red cósmica interconectada.
A veces, yendo de compras, te encuentras por casualidad con alguien con quien necesitabas hablar pero a quien no había manera de encontrar. Ambas partes han sido llevadas a esa tienda de manera «coincidente» al mismo tiempo, y todo ocurre de un modo que está más allá de la mente racional. Puedes tomártelo como una simple coincidencia o puedes reconocer de lo que se trata: de la misteriosa interacción de nuestro poderoso inconsciente en el mundo físico, sobre todo si más tarde recibe otras señales que le indican que hace lo correcto.
La sincronicidad es un resultado. Es importante comprender las causas subyacentes de la sincronicidad porque, si no lo hacemos, podríamos intentar producirla de la misma manera que intentamos controlar el resto de nuestra vida. La gente tiende a elevar la sincronicidad a la categoría de una experiencia mágica.
Este fenómeno es algo muy terrenal como el agua que fluye ladera abajo debido a la atracción de la gravedad, aunque nadie sabe exactamente cómo funciona la gravedad, podemos observar sus resultados. En el delicioso fluir de esos momentos parece que nos ayudaran unas manos ocultas, el que crea las condiciones para los «milagros predecibles».
Si admitimos la idea de la sincronicidad, entonces nuestra vida tiene sentido, todo acontecimiento de ella y toda persona que intervenga obedece a un sentido y no nos sentimos como victimas.
Mientras nos diferenciemos de los demás es fácil echarles la culpa de lo que nos pasa; si admitimos que estamos conectados, tendremos que asumir mas responsabilidades, incluso de cara a los demás.
Las personas felices y eficaces abrazan este concepto de «unidad». Para ellas todo lo que ocurre contribuye al sentido de su vida. Confían en que las circunstancias se sincronizaran a su favor. Los individuos eficaces no participan de la opinión de que la vida es una lotería.
Todos nosotros, seamos guerreros o no, tenemos un centímetro cubico de suerte que surge frente a nuestros ojos de vez en cuando. La diferencia entre el hombre común y el guerrero es que el guerrero es consciente de esto, y una de sus tareas es estar alerta, esperando deliberadamente, de manera que cuando surge este centímetro cubico tenga la velocidad necesaria, la valentía, de atraparlo.
Carlos Castaneda
Compilado por Elías Benzadon